This is my way to say "I need you"... [Priv] [+18]

Ojos dorados observaban la nocturna ciudad humana que se extendía por debajo de su posición con hastío y aburrimiento. El dueño de aquellos ojos se sentía contento con las vistas del restaurante situado en la Torre de Tokio, se sentía satisfecho con la comida (aunque fuese comida humana la estaba tomando por hacer algo...) y con el físico de la persona que no detenía su burda charla al otro lado de su mesa...
De lo que no se sentía satisfecho EN ABSOLUTO era de aquel parloteo absurdo y sin sentido que llevaba tragándose más de media hora, un tiempo insufriblemente largo incluso para un ser que había vivido eones. Desde debajo de su capucha amarilla sus furibundos ojos amarillos de pupilas verticales casi atravesaban a aquel guapo ejecutivo de trentaitantos años que le había pedido ayuda como uno de los líderes de una compañía bastante influyente en la ciudad. Nergal había visto la petición y el encuentro como una posibilidad de ganar más poder en el ridículo mundo humano de una forma, por una vez, "honrada"... pero ahora pensaba que había sido una completa pérdida de tiempo. No hacía estallar en pedazos a aquel estúpido mortal únicamente porque estaba aburriéndolo incluso hasta el extremo de convertir su agresividad en sueño.

El demonio mayor se arrellanó en su asiento, sus desenfadados pantalones cortos y su chaqueta sin tirantes y sin nada debajo que cubriese su pecho fibrado dándole un aspecto joven y totalmente desentonante con aquel ambiente serio y lujoso, más aún con aquel hábito de no quitarse nunca su capucha. Lo único que, podría decirse, parecía coincidir con aquel lugar era su bastón de lo que parecía madera negra con una estrella de cinco puntas grabada en el mango donde se apoyaría un anciano al usarlo.
La persona que se sentaba frente a él lo observaba con una mezcla de sentimientos mientras hablaba. Por una parte se sentía extraña e irremisiblemente atraído por sus ojos amarillos, su boca entreabierta por el aburrimiento, su cuerpo delgado, joven y musculoso... y especialmente por las piernas que sabía abiertas bajo la mesa únicamente por su posición despatarrada sobre la silla. Por otro lado, sentía una congoja, verdadero terror en su simple presencia y sólo por sentirse observado por aquellos ojos que a la vez hacían que escalofríos de entre pánico y placer recorriesen desconcertantemente su espalda. Estaba hecho un lío... pero lo que le impedía dejar de dar rodeos y contarle de una vez su problema era, sobretodo... el hecho de que no confiaba en aquel sujeto potencialmente sexual e imponente a pesar de su aparente juventud. Aunque lo había atendido con sonrisas y educación había algo en él (además de la desconcertante sensación de miedo) que no le inspiraba la más mínima confianza.

Por supuesto él poco podía saber que Nergal sencillamente se había olvidado de reprimir la poca cantidad de magia demoníaca que se fugaba de su cuerpo mortal de forma intermitente, por aburrimiento y pasotez. El otro sencillamente se sentía frente a un demonio, simple y llanamente. Y sin embargo ni el uno ni el otro se daban cuenta de cómo solucionar aquello, de modo que seguían en tablas, uno hablando incoherencias, el otro pensando en cómo demonios salir de allí sin más y sin andar borrando mentes humanas. Podría sencillamente controlarlo, claro, pero...
De repente, se le ocurrió algo mucho, muchísimo mejor.
Esbozó una sonrisa que habría hecho que muchísimas mujeres mojasen su ropa interior y chasqueó los dedos tras componer un diminuto campo de silencio a su alrededor. Lo deshizo casi al instante, pero la acción ya estaba hecha. Normalmente para invocar a un demonio se debía decir su nombre además de realizar aquel u otro gesto menos discreto, pero aquella era su dulce excepción... era como la marcación rápida. La señal sonora y mágica volaría a través de los planos hasta alcanzar al mejor "siervo" para aquella situación... y lo haría aparecer bajo la amplia mesa cubierta por el largo mantel, justo frente a él... bueno, a su parte baja... y más especificamente frente a sus piernas abiertas y el bulto que comenzaba a formarse en su entrepierna oculta bajo el pantalón corto.
Había sido un acierto no llevar ropa interior...
Nergal se limitó a esperar (lanzando miradas asesinas al humano) a que su reicito llegase y lo distrajese un poco... al tiempo que le daba una buena razón para largarse más tarde.

El alimento escaseaba en el inframundo, despues de haber llegado al nivel en el cual se encontraba Uvall mantener relaciones sexuales con algun demonio de baja clase podria convertirlo en algo menos alabado, el rey Incubo solo se alimentaba de grandes demonios o en su defecto de humanos que lograran satisfacer sus fantasias, sin embargo alli estaba en su majestruoso trono sentado con una pierna encima de otra descalzo, su fisico a diferencia del que era comun en el era de un joven de cabellos lisos largos y albinos, ojos dorados y piel esculpida por dioses, adolescente con algunos tatuajes tribales en su cuerpo, su precencia provocaba que muchos de su misma raza no pudieran evitar intentar lograr algo con este, el sin embargo solo permitia a los mejores tocar sus pies, y asi era como debajo de sus pies un mar de manos y rostros de extrema belleza se encontraban agolpados, sacando sus lenguas de distintas formas humedeciendo estos como si se trataran de autenticas divinidades, seguramente el cielo de todo aquel amante del sexo.

Sin embargo el rey se aburria, su cabeza encima de uno de sus puños cerrados mostraba un rostro de aburrimiento que pocos habian visto reflejar otra cosa, al fin y al cabo era dificil ver al incubo alegre en el inframundo ese lugar le aburria cansaba y exterminaba todo deseo de hacer algo. Quizas por eso mezclado con el sello de su interior es lo que provocaba que las llamadas de aquel demonio de alta clase hiciera que el joven Uvall, rey de incubos asomara una sonrisa maquiabelica en su rostro real. Sus colmillos resalian mientras sus piernas se quitaban del alcance de aquellos que las lamian los cuales soltaban pequeños alaridos de lastima mientras comenzaban una orgia entre sus cuerpos desnudos.

Uvall se levanto en el trono mientras su cuerpo cambiaba, su piel poco a poco tomaba la forma de un chico de apariencia joven, el mismo que provocaba excitacion a aquel demonio que tantos ratos habia pasado con el, pronto su cuerpo se desvanecio en el espacio. Aparecio bajo una mesa, acostado boca arriba no podia evitar parpadear preguntandose porque lo habia echo llegar alli, fue entonces cuando su nariz se movio, oliendo y esnifando el aire recaudando los aromas, aromas los cuales pronto supo distinguir el tan deseado por el, sabia distinguir el aroma que expulsaba el miembro de aquel demonio a km, era el instinto que agudizaban los incubos.

Poco a poco se fue arrastrando por el suelo dejando la bata atras dejando su cuerpo desnudo debajo de la mesa y apoyando ambas manos en las piernas de Nargel al cual miro desde abajo lanzandole una mirada fija con sus ojos esmeralda mientras su labio inferior era mordido con malicia -Porfin te acuerdas de mi, pensaba que moriria de hambre- Dijo para bajar la cara hacia el bulto formado sacando su lengua de su boca y ejerciendo presion fuertemente con esta humedeciendolo y moviendose ascendentemente, tan pronto recorrio todo el bulto una de sus manos agarro la bragueta de este bajandola hasta su extremo.

Le encantaba ver como la inercia del placer ofrecido provocaba que aquello saliera a la luz dejando ver lo que pronto seria su cena. Tan pronto fue visible su aparicion la lengua de este no pudo evitar salir salivando sus labios para hacercarse a la parte mas inferior del miembro para lamerla nuevamente con la intencion de llegar hasta el final de este, la noche seria larga.

No era la primera vez que el olor a azufre hacía palpitar su pene, y le daba que no sería la última... ya que aquél era el olor que delataba que un delicioso ente sediento de sexo... de su sexo, acababa de llegar. Había que ver, si los humanos descubriesen algo de aquello... los seres superiores podían traspasar las dimensiones y viajar... todo para aparecer entre las piernas de otro ser superior. La sonrisa del chico de pelo verde se extendió por su rostro, y el que se sentaba frente a él completamente ajeno a lo que pasaba bajo la mesa se puso aún más nervioso... y hasta se ruborizó levemente, seguramente pensando que se le estaba insinuando o algo. Pobre idiota... iba a recibir una mamada y a correrse en la boca de un demonio bajo la mesa y él se pensaba que le estaba tirando los tejos.
Bueno, no es como si lo que pensase el otro le importase ya lo más mínimo. Acababa de sentir las manos del demonio posándose sobre sus piernas, y para confirmarlo sólo tuvo que bajar la mirada. Sus ojos se encontraron gracias a que había mantenido aquella parte del mantel levemente levantada. Le gustaba poder ver al que se la chupaba mientras lo hacía, era incluso mejor... y ver aquel rostro cuando se corría en su boca era incluso mejor, hacía que su miembro no bajase su hinchazón ni medio segundo.

Parpadeó levemente, alzando la mirada de nuevo al idiota que tenía enfrente, aún sonriendo. Aprovechó que el otro hablaba algo que ni siquiera se molestó en entender y giraba la cabeza para susurrar al otro, sabiendo que le escucharía como el humano no había podido ni podría hacerlo.
- He estado trabajando ricura... y de hecho estoy trabajando -le susurró sin despegar la mirada del humano y apenas moviendo sus labios-, pero me he hartado de aguantar balbuceos mortales y me han entrado ganas de vaciarme en tu boca... -se relamió al notarlo lamerle el pene por encima de los pantalones. Le encantaba cuando hacía aquello... y lo mejor de todo es que ni siquiera tenía que decirle nada, él ya estaba deseoso de hacerle de todo. Por supuesto aquello no iba a impedirle decirle lo que quería... o ya puestos demostrárselo.
Sonrió de nuevo, esperando a que el otro liberase su palpitante trozo de carne a la espera de recibir atención de aquella tumba de ropa contra la cual presionaba.

No tuvo que esperar mucho, precisamente, aquel pequeño viciosillo estaba deseando saborearle en directo. Su sonrisa se extendió por su rostro, sugestiva, cuando bajó la mirada hacia él aprovechando un nuevo descuido del humano.
- Qué... ¿te gusta su sabor? -sus ojos brillaron, pícaros- Espero que te encante tanto como parece... porque ha llegado la hora de comérselo... -agarró repentinamente al contrario por los lados de su cabeza y llevó sus labios hasta la punta de su falo- TODO...
Aquel susurro "furioso" fue seguido por un contenido gemido por su parte, ya que apretó la cabeza del demonio contra su pubis, metiendo de lleno la nariz del chico entre su vello púbico y su propia polla dentro de su boca hasta el tope. Irónicamente, durante unos segundos, se encontró en el cielo llenando aquella deliciosa boca.
Disimulando con diversión ante el mortal, Nergal soltó la cabeza del chico y volvió a dejarse hacer, esperando a ver cómo reaccionaba su delicioso sirviente ante aquello...

No podia evitarlo, excitar a aquel demonio provocaba que el trambien sintiera ardores por todo el cuerpo, de echo si estos fueran reales el mantel que tapaba la mesa ya estaria en llamas sin embargo esto no era asi. De sus labios salia y predominaba su lengua lamiendo y lamiendo aquel miembro de tamaño considerable el sabor era exquisito, un verdadero deseo de convertirlo en suyo predominaba sobre todo, al fin y al cabo el estaba clavado con un fuerte hechizo a ese demonio, sin embargo este estaba completamente adherido a Uvall por su don como gran rey.

Esto no quitaba la idea de que la voz de aquel demonio, sus palabras, la esencia de su aliento provocara que la excitacion del rey aumentara por momentos llegando a una altura considerable su miembro como el que se encontraba ahora frente a el. Pronto descubrio lo deseoso que se encontraba su acompañante, conocia que venia despues de que ambas manos se posaran cerca de su rostro, cuando el miembro apuntaba a sus labios carnosos, no podia evitar relamerse y abrir esta dejandose hacer utilizando sus poderes de Incubo para reforzar las paredes de su garganta, Nergal era un demonio que destacaba en el sexo sin duda, sin embargo era un demonio que romperia en dos a un humano si mantuviera relaciones con el. Cuando el miembro penetro en su boca sintio como esta se llenaba en menos de una milesima de segundo presionando la punta contra el fondo de su garganta, la presion aumentaba mientras sentia claramente el pulso del miembro ajeno dentro de si.

No tardo mucho sin embargo en dejar a su eleccion nuevamente el metodo de satisfaccion que brindaria al demonio, por ello, firmemente fue sacando el miembro permitiendo que este pasara por la parte superior de su boca ejerciendo presion poco a poco en la punta de esta mientras succionaba, cuando este salio no pudo evitarse el sonido del aire siendo absorbido entre ambas pieles, el joven agarro con mano firme el miembro y lo acerco bajandolo a su rostro pasando la lengua por el glande de este presionando fuertemente mientras hacia circulos en este, cerraba su boca sobre la punta succionando con gran fuerza esta para luego bajar por el tronco lamiendola hasta el final clavando su mirada en el acompañante con malicia y volviendo a subir su lengua por toda la piel ajena. Sus manos masajeaban esta moviendola hacia arriba y abajo para lamer nuevamente la punta con picardia - tengo mas hambre que nunca ahora mismo, mas te vale que tengas alimento de sobra- Comento mientras nuevamente su lengua volvia a la posicion del placer.

La excitación de aquel íncubo delicioso empezaba a llenar el ambiente tanto como la suya propia, puede que en breve hasta aquel idiota humano que se sentaba frente a él, ajeno a todo lo que pasaba de la mesa, comenzase también a percibir el olor a sexo que iba llenando poco a poco la amplia sala del restaurante... pero en verdad todo aquello ya le daba igual.
En su mente, poco a poco sus planes y prioridades comenzaban a cambiar lentamente a cada lamida que aquel muchacho irresistible realizaba sobre su cada vez más candente miembro. A cada segundo más repantingado en su asiento, Nergal hasta pudo vislumbrar el pene del contrario, tan duro como el suyo propio, y se relamió con renovado deseo. Sólo aquel maldito demonio era capaz ya de provocarle una excitación como aquella... por esa razón se habían vuelto uno, prácticamente, y compartían tantas cosas tan importantes... como el Poder.

Uvall era diferente a la mayoría de los demonios, ya no sólo con respecto a los suyos, íncubos y súcubos, sino en general. Aunque en un principio se había sentido encerrado y, por supuesto, vencido por él al haberlo hechizado, pronto había comprendido los beneficios que todo aquello le reportaba... no sólo relativos a los múltiples poderes que podría controlar gracias al Demonio Mayor, y había terminado por aceptar de buena gana su destino. El tener a alguien tan sinceramente complaciente en verdad había encantado a Nergal, un monstruo tan acostumbrado a controlar a los demás con el poder, el miedo y la sugestión... en lugar de recibir el trato de amo y señor por propia voluntad.
Todo aquello lo notaba a diario, cuando lo invocaba, en cosas como la que hizo tras aquel leve momento de reflexión; sin ninguna queja, su húmeda boca se lo tragó entero cuando lo empujó contra su pubis sin ningún tipo de queja.

Lo siguiente que hizo, sin embargo, fue lo que más dejó destacar lo mucho que estaba disfrutando el íncubo, tanto o más que él. Sus roncos gemidos iban aumentando en intensidad y disminuyendo en disimulo, y pronto el humano se calló por fin y se lo quedó mirando primeramente asombrado, y cada vez más extrañado y excitado al mismo tiempo al ver que, evidentemente, algo estaba ocurriendo bajo la mesa que él mismo ocupaba. En apenas unos segundos era obvio para Nergal que el mortal estaba excitado, simplemente de escuchar sus gemidos y verlo relamerse ya con todo el descaro del mundo. Sonrió.
- Te doy tres opciones, amor... -susurró divertido mientras miraba a los ojos al humano, reteniendo su mirada como un imán e impidiendo que se moviese un milímetro- Primera: hago que todo el mundo en este sitio quede inconsciente y te follo encima de la mesa hasta llenarte de "comida" -esbozó una sonrisa torcida. El humano dio un leve respingo y jadeó levemente; cualquiera diría que se iba a correr sólo por la influencia de la penetrante y sexual mirada del demonio-. Segunda: dejo inconscientes a todos menos a este idiota charlatán que tengo en frente y te follamos después de que yo os folle a ambos -en cierto sentido tenía ganas de meterle la polla en la boca a aquel pesado, una pequeña venganza por lo plasta que había sido-. Y tercera: excito a todos los del restaurante y monto una orgía demoníaca como las que hacía en Roma -su sonrisa aumentó, divertida, recordando aquellos tiempos-. Elige -concluyó, agarrando su miembro por la base y sacándoselo de la boca al íncubo para, mientras esperaba su respuesta, restregárselo por toda la cara, manchándolo de saliva y presemen, su sonrisa intacta mientras veía aquella imagen tan morbosa.